Cuando estamos muy enfadados con alguien, lo más recomendable es ver nuestro propio dolor interno y preguntarnos el por qué me duele tanto.
Eso nos permite intuir de dónde nos viene nuestro dolor, qué aspectos no resueltos del pasado se están removiendo ahí.
Y es bueno ver también qué reproche interno tenemos hacia nosotros mismos, qué es lo que hemos permitido que nos hagan. Porque toda lucha con el exterior refleja también una lucha interna.
Nuestras emociones no hablan tanto de lo que sucede fuera como de lo que nos sucede por dentro, porque son nuestras y las sentimos en nuestro cuerpo.
Cuando te enfades observa si lo que te enfada es cómo es realmente el otro o el hecho de que no sea como tú deseas o esperas.
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