Pocas cosas estresan tanto como un mal ambiente en el trabajo y unas relaciones en él basadas en la desconfianza. En esos casos, ir a trabajar puede convertirse en un autentico suplicio.
Y esto es algo que se nota, sin necesidad de ser un experto, en cualquier lugar al que vamos. Se percibe de inmediato el ambiente laboral que allí se respira y cómo se llevan los que en él trabajan.
Es muy importante darnos cuenta de cuál es nuestra actitud en ese entorno, de si favorecemos o no ese buen ambiente, o si estamos tan quemados que eso es lo que transmitimos.
En ése, como en otros entornos, podemos irnos conociendo más porque salen a la luz los aspectos no sanados de nuestra personalidad, y tenemos que estar atentos para verlos y sanarlos.
Es importante el que seamos un foco de armonía allá dónde nos encontremos y que podamos contribuir a un mejor ambiente y a unas relaciones más cálidas, maduras y respetuosas en el lugar en que trabajamos.
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