En unos momentos de fuertes cambios como los que estamos viviendo, es normal que surja el desconcierto. Entre otras cosas porque nada puede seguir siendo como en el pasado y perdemos los referentes.
Eso no es algo negativo, sino simplemente algo inevitable en estas etapas de cambio. La clave es cómo decidimos vivir el desconcierto, y las posibilidades son dos: o más consciencia respecto a la realidad que vivimos, o menos consciencia.
La mayoría tiende a escoger la inconsciencia, como una especie de anestesia que les ayude a soportar la situación, a que el tiempo vaya pasando sin cuestionarse nada.
Pero a más inconsciencia, más confusión, menos entendemos la realidad y más adictiva se hace nuestra necesidad de evadirnos de ella.
Es la consciencia la que nos permite ver el proceso que estamos viviendo, y la que hace que podamos tener un papel activo en ese cambio, que podamos ayudar a que, realmente, sea un cambio a mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario