La evolución es un proceso continuo, no es un suceso puntual. Vamos madurando a medida de que nos vamos haciendo más profundamente conscientes de la realidad en la que vivimos.
Esto es importante tenerlo claro porque muchas veces existe la tentación de pensar que ya hemos llegado al destino, de que ya lo sabemos todo.
Cuando así pensamos, cerramos las puertas a nuevos aprendizajes, a nuevos descubrimientos. Bloqueamos, en definitiva, el proceso de evolución y aprendizaje.
Y caemos, además, en el riesgo de sentirnos superiores a los otros, a los que "aún no han llegado", de pensar que ya nada tenemos que aprender de ellos.
Es muy importante seguir caminando sin obsesionarnos con la meta o con los frutos, siguiendo, con humildad, nuestra senda de evolución y abiertos a todo lo que aún tenemos por descubrir.
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