Los niños tienden a investigar sus límites, intentan ver hasta dónde les es posible llegar.
Cuando los padres les restringen demasiado, ellos crean la idea de que sus posibilidades son muy pocas, que la vida sólo les da un número muy pequeño de posibilidades a realizar.
Y con esa idea vamos creciendo, creyendo que la vida es siempre muy limitada y que las posibilidades de elegir son siempre escasas, con miedo de salirnos de lo conocido.
No nos damos cuenta de que esos límites que nos creamos en la infancia siempre pueden ser trascendidos, que no son un destino inevitable al que tengamos que resignarnos.
Y para ello nada mejor que conectar con esa dimensión permanentemente creativa que existe en nuestro interior y que está, también, conectada con el infinito flujo creativo de la existencia toda.
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