Todo se refleja en nuestro modo de relacionarnos: cómo nos encontramos, si tenemos expectativas o no hacia el otro, si lo juzgamos, o si lo respetamos.
Es importante aprender a leer la dinámica de nuestras relaciones de la forma más objetiva que podamos para poder ir mejorándolas.
Y para ello es esencial depurar los conceptos creados y los programas que traemos con respecto a lo que las relaciones o el amor deben ser. Hemos de mirar con la inocencia de un niño.
Cuando, por ejemplo, hay enfado o juicio es que no hay aceptación del otro, y eso bloquea, sencillamente, nuestra capacidad de amarle.
El juicio y el amor no son compatibles, porque el juicio no ve como el otro es, sino que lo interpreta subjetivamente en función de sus propios intereses. El amor nunca juzga.
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