domingo, 14 de octubre de 2018

PERSONALIDAD Y ESPIRITUALIDAD.


Ante el despliegue de nuestra dimensión espiritual, suelen surgir dos problemas muy importantes:

Por un lado, el que tengamos ya una personalidad demasiado fijada que nos impida salirnos de lo ya conocido, de lo que controlamos. En estos casos, las personas suelen estar muy cerradas a lo desconocido y muy apegadas a su visión subjetiva.

Esas personas son incapaces de pasar de lo personal a lo transpersonal, de evolucionar más allá de los límites que se pusieron a sí mismos en el pasado.

Y por otro lado, están aquellos que no tienen una personalidad muy formada y buscan en la espiritualidad una forma de evasión ante todo aquello que no son capaces de manejar.

La respuesta a ambos casos es la misma, el desarrollo de una personalidad madura lo suficientemente flexible como para trascenderse a sí misma y abrirse a lo desconocido.

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