Es común considerar que la preocupación por lo que le pasa a otro es un sigo de amor, una de las señales de que amamos a alguien.
Para mí, el amor tiene que ver con la confianza y la preocupación con el miedo y, por tanto, ésta última es fruto de nuestro apego.
En realidad, solemos preocuparnos porque tememos que no podríamos soportar que a alguien que sentimos necesario en nuestra vida le sucediese algo.
La preocupación, por otro lado, suele ser un sufrimiento innecesario ya que es pre-ocuparnos, es decir: intentar ocuparnos de algo que aún no ha sucedido.
La clave para el amor está más bien en confiar en la vida y en lo que trae, en el otro y en su libertad, y en nosotros mismos y en nuestra capacidad de respuesta frente a todo aquello que vaya sucediendo.
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