Los bebés tienen una conexión directa con sus necesidades reales.
Después vamos desconectando de esas necesidades reales y buscamos satisfacer unas necesidades compensatorias derivadas, precisamente, de la no satisfacción en la infancia de las reales.
Cuando un bebé necesita algo, llora hasta que se lo dan, porque sabe perfectamente lo que necesita.
Y si necesita alimento, no se calma porque le ofrezcamos otra cosa, se calma sólo cuando averiguamos qué necesidad concreta es la que tiene y se la satisfacemos.
Y cuando obtiene lo que necesita, eso le permite confiar más en sí mismo y en un mundo que satisface sus necesidades. Y es esa confianza la que le permitirá ser más él mismo en todo momento.
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