Hay días en los que uno siente una luz especial, como la luz de los domingos por las mañanas de nuestra infancia. Como dijo Machado en su último verso " Este cielo azul y este sol de la infancia".
En nosotros existe pura la cualidad de la inocencia y también de una espiritualidad natural. Es el niño maravilloso que fuimos y que habita en nosotros.
Pero para poder conectar con él, antes hemos de sanar a nuestro niño herido, superar los traumas y frustraciones que arrastramos de nuestra infancia.
De no hacerlo así, es ese niño herido el que se manifiesta en nosotros, en forma de rabietas, sentimientos profundos de desamparo, un narcisismo exagerado, etc.
Reconcíliate con tu niño interior, consuélale de sus heridas y dale protección. Y permite, así, que salga a la luz tu niño maravilloso y que, gracias a él, puedas mostrar la luz con la que brillas.
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