Nuestra visión de la vida nace de la observación directa de lo que sucede y de nuestra propia experiencia.
De nada sirve construir un marco teórico de la realidad sin contar con la misma, ni establecer aquello que consideramos que debería ser de espaldas a lo que es.
Cuando la realidad de la vida o de nuestra experiencia contradice la nuestras teorías, son siempre nuestras teorías las que están mal y no la vida.
Y lo que hemos de hacer, en esos casos, es tener la suficiente humildad como para ajustar nuestra visión de la realidad a lo que hayamos vivido.
Cuando existe la humildad del aprendiz es cuando, realmente, la vida puede enseñarnos aquello que necesitamos aprender.
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