Hay situaciones vitales que nos desbordan y nos parecen inabarcables. Y nos produce vértigo mirar al futuro en esa situaciones.
Pero es que la clave, en esos casos, es precisamente no mirar tanto al futuro como centrarnos en nuestro día a día. Limitarnos a abordar lo que ese día y ese momento concreto nos trae.
Y lo que cada día nos trae sí que nos es una tarea mucho más asumible para nosotros, sin que el peso de lo que esperamos esté actuando en negativo. Que nuestro reto se centre, pues, en el presente.
En realidad esto es lo más saludable en cualquier situación, no sólo en este tipo de situaciones difíciles. Siempre está ahí la respuesta más equilibrada.
Porque cuando estamos centrados en nuestro presente es cuando, en nuestro interior, se produce una transformación derivada del puro hecho de vivir conscientemente aquello que nos está sucediendo.
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