Habitualmente utilizamos nuestro criterio para ir decidiendo qué cosas nos gustan y cuáles no. Tendemos a dividir, así, la realidad entre lo que buscamos o deseamos y aquello que rechazamos.
Y esto resulta especialmente chocante y duro en lo relativo a las personas. Muchas personas deciden qué personas les gustan y cuáles no.
Teniendo en cuenta, además, de que venimos de un modelo de amor condicional en el que sólo estamos dispuestos a amar a aquellos que nos gusten y que aprobemos, lo cual supone, en realidad, bloquear parte de nuestra capacidad de amar.
En mi caso procuro limitar mi juicio a las actitudes concretas, nunca a las personas. Hay actitudes que me parecen, simplemente y desde mi personal criterio, más adecuadas que otras y procuro mejorar por ello en mi actitud.
Pero sé que cada cual usa las actitudes que puede y conoce, y por eso considero absurdo negarle el amor a nadie porque no sea como yo, subjetivamente y desde mi mente limitada, pienso que tendría que ser. El amor no entiende de juicios ni de discriminaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario