No suelo escribir de política porque me parece que es entrar en un terreno visceral en el que se mueve demasiada emoción encontrada, pero quiero hoy hacer una reflexión al respecto y mostrar como, esa política, sigue moviéndose en un dualismo trasnochado y maniqueo.
Seguimos siendo movilizados a través del miedo al otro, no votamos por amor y en positivo, sino por miedo.
Y algunas vertientes políticas son las que más han servido, en estos últimos tiempos, para activar nuestros miedos, gracias a sus retrógradas propuestas y al horror que propuestas de ese tipo causaron en el pasado.
Hemos permitido que ellos se conviertan en los adalides del antisistema, gracias a lo cual se concluye en que el sistema es menos malo que lo que ellos proponen. Ellos son los que parecen hacer "bueno" al sistema.
Una vez más, ese sistema sigue aprovechando el juego dual para sostenerse, aunque siga sin dar apenas alguna respuesta a las necesidades que las personas tienen de llegar a realizar su potencial interior.
En todo caso, siempre nos quedará madurar y responsabilizarnos de esa realización personal, sin esperar a que, desde fuera, venga alguien a solucionárnolslo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario