Hay sucesos del pasado que nos cuesta asimilar, como si nos quedáramos atascados en ellos.
Eso es algo que se ve con claridad cuando al recordarlos nos viene la emoción de una forma intensa, como si reviviéramos ese dolor.
Por ello procuramos olvidarnos de ello para poder seguir hacia adelante, sin entender que, desde el inconsciente, sigue afectándonos y condicionándonos por completo.
De lo que se trata es de intentar recordarlos sin la emoción asociada, de verlos como si le hubiese sucedido a otra persona y lo pudiésemos contemplar desde fuera. Y, a veces, la ayuda de un amigo o de un terapeuta que sepa hacerlo, puede ser un camino.
Porque, de lo que se trata, es de desdramatizar el hecho y de reconocer, aceptar y asumir que es parte de nuestro pasado y que no tiene porqué seguir condicionando ya nuestro presente. Se trata de integrar en nosotros la experiencia y de perder, por completo, el miedo a contemplarla y recordarla.
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