En la vida es importante saber cuál es la responsabilidad que nos corresponde y qué cosas quedan fuera de ella. Asumir nuestra responsabilidad y dejar que los demás asuman la suya.
Lo que más nos agota es la responsabilidad que no nos corresponde, intentar resolver algo que le corresponde resolver a otro.
Muchas veces, cuando nos sentimos impotentes ante una situación que vemos es porque, sencillamente, no nos corresponde a nosotros el papel principal de su resolución
Y, además, el intentar hacerlo impide la evolución y crecimiento de la otra persona. Porque para evolucionar y madurar correctamente es indispensable asumir la propia responsabilidad.
Nunca somos responsables de la felicidad o infelicidad de otros, aunque a veces nos lo quieran hacer creer. Nuestra responsabilidad principal se ciñe, fundamentalmente, a nuestra propia vida y a lo que en ella nos sucede.
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