Nuestro niño interior herido se nos suele manifestar en forma de actitudes infantiles en nuestra vida: rabietas, "prontos", victimismos, discusiones por nada, etc.
Cuando esas actitudes salen, lo que nos están indicando es que hay aspectos de nuestra infancia que claramente no están resueltos y que, además, hemos de mejorar nuestra relación con el niño que fuimos.
Porque esos aspectos no resueltos condicionan nuestra vida y nuestra labor, ya que de una forma u otra, y normalmente de forma inconsciente, vamos a intentar que la realidad externa compense esas carencias que arrastramos.
Lo que hace que nuestra relación con la realidad y con los demás esté condicionada por esa situación y que nos dificulte de una forma importante nuestra libertad y el respeto por la libertad de los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario