Todas las personas somos diferentes y tenemos aspectos particulares que no son comunes a los demás, algo que incluso se manifiesta en nuestro ADN.
Ahora bien, también es cierto que lo que tenemos en común es mucho más que lo que nos diferencia, y que incluso eso es cierto entre nuestro ADN y el ADN de la misma mosca de la fruta.
Siento que una de las claves de este nuevo tiempo es aprender a ver con normalidad nuestras diferencias pero sabiendo tratarnos en un mismo nivel.
Estamos acostumbrados a tratarnos por encima o por debajo del otro, y nos cuesta aún entender que la convivencia del futuro sólo puede conocer un mismo nivel de trato, que es el que nos permite mirarnos cara acara, y sin ningún miedo, en los ojos del otro.
Es el valor del respeto, de no anteponer mis intereses a los de los demás, ni tampoco los de otras personas a los míos, de darnos cuenta de que eso es realmente posible en nuestra vida y de estar dispuestos a llevarlo a cabo.
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