Tras la tormenta, suele venir la calma.
Muchas veces, los procesos de sanación interior vienen acompañados de importantes tormentas emocionales por las que hay que pasar.
Hemos de permitírnoslas y permitirlas a los demás, dejar tiempos para que éstas
puedan darse y vivirse.
Cuando es la nuestra, si tenemos consciencia de ella, es bueno procurar tener más tacto con los demás, sabiendo que la tendencia va a ser una tendencia a generar agresividad en nuestro entorno.
Y cuando es la de otro, no tomarse a mal su estado de ánimo, ni ver en ello ningun ataque personal hacia nosotros.
Cuando es tormenta, y no algo más, una vez superado e integrado lo que tenía que vivirse, todo vuelve a la calma acompañado de una clara consciencia de lo aprendido.
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