Somos maravillosos campos de energía. Y mientras más sana sea la relación que tenemos con nosotros mismos, más saludable será la energía de nuestro campo.
Cada vez somos más sensibles a esa energía que somos y también a la energía que son, tienen o nos aportan los demás.
Y nos vamos dando cuenta de como emociones como el miedo o el odio nos hacen bajar frecuencia y encontrarnos peor con nosotros mismos. Y como energías como el amor nos armonizan por completo.
Hemos de tener en cuenta de que somos, además, capaces de transmutar la energía, de subir la frecuencia de nuestros campos y de los campos de aquellos que nos rodean.
Porque es el campo con una energía más potente el que acaba dominando, y es clave, por ello que elevemos nuestra frecuencia y fortalezcamos nuestro campo. Ayudaremos, así, a mejorar la energía allí donde estemos, simplemente con nuestra mera presencia.
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