Hay personas que ocupan un lugar importante en nuestra vida, personas que son importantes por lo que nos aportan y por lo que compartimos con ellas.
Pero hemos de tener claro que, aunque puedan ser importantes o muy importantes, no son nunca imprescindibles. Ni nosotros somos, tampoco, imprescindibles en la vida de nadie.
La muerte es un permanente recordatorio de ello, porque todos estamos aquí de paso y todas las personas que están en nuestra vida, de una u otra forma, también lo están.
Somos compañeros de viaje y hay personas que nos acompañan en un tramo de nuestro camino y después siguen el suyo. Algunas son importantes en una etapa pero no en otras. Y la vida sigue siempre.
Es conveniente aprender a reconocer la importancia de esas personas en nuestra vida, pero también lo es saber no aferrarnos nunca a ellas.
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