Es muy importante aprender a ver el auténtico valor de las personas.
Más allá de su estatus social o del puesto que ocupan, más allá de los títulos que tenga o del éxito social que haya obtenido.
Hay muchas personas con un nivel de evolución muy alto y que socialmente pasan desapercibidas, con vidas sencillas o discretas, y que sin embargo tienen una visión profunda de la vida, que logran comprender muchos de sus entresijos.
Lo que esta sociedad valora es, en muchos casos, externo y superficial y, como dijo el principito, lo esencial es invisible a los ojos.
Cuando uno aprende a vivir desde el corazón y aprende a profundizar de una forma madura en su propia vida, no le cuesta nada ir reconociendo a aquellos que también lo hacen.
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