A veces, cuando estamos enfermos, tendemos a usar esa enfermedad como un medio de demanda emocional hacia los demás.
Sentimos que es una forma de obtener unas atenciones emocionales que alivien las heridas no resueltas que hay en nosotros.
Este hecho supone un riesgo porque cuando existen beneficios emocionales ocultos, una parte de nuestro inconsciente, que se siente necesitada, se niega a sanar.
Y hay que tener en cuenta, además, de que muchas veces la enfermedad es el síntoma de un conflicto emocional que pide resolución, la señal de que algo debe ser mirado.
Por todo ello, cuando estamos enfermos, es esencial asumir de forma decida la responsabilidad en nuestro proceso de sanación, y hacerlo además a todos los niveles, tanto física como emocionalmente.
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