En el fluir de la vida hay relaciones que vienen y relaciones que van, caminos que se juntan, caminos que se separan o caminos que vuelven a juntarse.
Los lazos del amor son eternos, pero son lazos que siempre nos permiten hacer lo que mejor sintamos para nosotros mismos en cada momento. Son las ataduras del apego las que pretenden aferrarnos.
Hay momentos en los que es mejor que la relación se distancie porque ya cumplió su propósito, o porque no conseguimos que llegase a ser una relación sana.
Y no necesito cerrar ninguna puerta, la puerta queda abierta porque nunca sabes como evolucionarás tú o como evolucionará el otro, ni tampoco las vueltas que da la vida.
Nuestros enfados no son sino el resultado de nuestras egoístas expectativas frustradas y toda separación habríamos de procurar hacerse desde el amor y la sana gratitud por lo compartido y aprendido en común.
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