Uno ha de procurar ser él mismo frente a los demás, y mostrarse honestamente.
La ayuda que podamos aportar a los demás ha de desde lo que realmente somos, como una emanación natural, no ha de depender de las expectativas del otro y ni siquiera de las nuestras, de cómo deberíamos comportarnos.
Y aquí es positivo también ser honesto en la forma en que lo decimos, con sensibilidad pero con claridad.
Es importante no andar justificándonos o inventando excusas como si nos avergonzáramos de ser nosotros mismos, como si no tuviéramos derecho a ello o a decidir nuestra actitud frente a los otros..
Es a nosotros a quiénes nos corresponde decidir qué ayuda es la que, lejos de bloquear lo que somos y hacernos seres inauténticos, nos ayuda realmente a desplegar nuestro potencial interno desde el amor de nuestra presencia.
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