Tendemos a empatizar con la debilidad del otro, no con su fuerza, y pensamos que eso es amor.
En realidad es más bien lástima y cuando sentimos lástima no vemos ni la dignidad ni la fuerza del otro.
Cuando alguien se siente en una posición de debilidad, lo que necesita es que le ayuden a ver la fuerza que hay en él y que a él le cuesta ver, no que refuercen su convicción de ser débil y de ser una víctima necesitada.
Tendemos a empatizar con los estados emocionales negativos de los otros conectando con los nuestros de esa vibración, en lugar de intentar que el otro empatice con el estado positivo nuestro.
Miremos la luz, el amor y la fuerza de nuestro hermano para así conectar mejor con nuestra luz, con nuestro amor y con nuestra propia fuerza.
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