Una de las características más evidentes de la baja autoestima es que no estamos a gusto con nosotros mismos.
Y es por eso que muchas veces buscamos compulsivamente estar con otras personas, porque nos incomoda nuestra propia presencia.
Y es por eso que tampoco valoramos lo que nuestra presencia aporta a los demás. Y por eso, también, muchas veces dudamos de que los demás puedan estar cómodos con nosotros y vamos como mendigando esa compañía.
En todos esos casos, la salida pasa por una reconciliación con nosotros mismos y por irnos acostumbrando a estar a solas con nuestra propia presencia y energía, a no huir de nuestra soledad.
Porque es, desde esa soledad rica y sonora desde donde podemos volver al mundo, a los demás, conscientes ya de lo que aportamos con nuestra presencia y desde la serenidad que eso nos produce.
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