Tendemos a definirnos a través de la comparación con los demás, centrándonos en aquello que nos diferencia de ellos, no en lo que nos asemeja, aunque en realidad tengamos muchas más semejanzas que diferencias.
Nuestro ego busca definirse y colocar límites a lo que cree ser, diferenciando en lo que ve como suyo y lo que ve como ajeno.
Como hemos dicho muchas veces, definirse es contrario a conocerse porque, cuando nos conocemos, vamos profundizando y yendo más allá de lo que, en nuestra ignorancia, creíamos ser.
Para conocernos no hemos de compararnos con los otros, sino abstraernos un poco de ellos y centrarnos en nosotros y en nuestro interior.
Y mientras más a fondo nos conocemos, más vemos la similitud que tenemos con las demás personas, y como las supuestas diferencias eran más ignorancia que realidad.
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