Cuando estamos en armonía con nosotros mismos transmitimos esa armonía a los demás y estos la perciben en nosotros.
Y para estar en armonía es imprescindible sentirnos libres de las expectativas que los demás puedan tener hacia nosotros. Hemos de hacer lo que realmente sentimos.
Porque la relación con nosotros mismos es sagrada y ha de ser respetada y nadie puede pretender estar por encima de ella.
Cuando estamos en armonía con nosotros mismos estamos firmes en nuestros posicionamientos y tranquilos ante la vida nos trae.
Y es que, además, cuando estamos en armonía, la vida nos fluye más fácilmente y nosotros también fuimos mejor con ella, y todo a nuestro alrededor es fiel reflejo de nuestro estado interno.
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