Cuando los políticos ven más rentabilidad en alimentar los problemas que en solucionarlos y en la confrontación más que en el acuerdo, poco puede esperarse de ahí.
De nuevo el estar unos frente y contra otros, la derecha frente a la izquierda o el nacionalismo español frente al catalán. Juegos de aparente dualidad que no llevan a ningún sitio.
Y una de las claves aquí es no dejarse llevar por eso, no caer en el juego político de confrontación, y darnos cuenta de que hay cosas en nuestra vida para las que no necesitamos a la política.
Hemos de ver qué es lo que nosotros podemos hacer para mejorar nuestra vida y la de los demás, más allá de esperar que nos solucionen nuestros problemas.
La política, tal como la conocemos, está ya desfasada y no responde a nuestras necesidades de ciudadanos. Y el cambio no viene de esa vieja política sino de abajo, de lo que las personas vayamos transformando.
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