El ser humano tiene el don de la alquimia, de conseguir en sí mismo la piedra filosofal que transforma el plomo en oro.
Cualquier experiencia dura de nuestra vida puede convertirse en una joya maravillosa que nos ayuda a transformarnos.
Cuando era niño sufrí muchas situaciones humillantes por parte de compañeros de estudios o de familiares, situaciones que acentuaban la vergüenza tóxica que existía en mí.
Me sentía indigno de amor e insuficiente como persona. Me avergonzaba expresarme, decir lo que sentía o pensaba, y vivía con un miedo permanente al rechazo.
Con el tiempo, esas vivencias se han convertido en mi mejor aliado para comprender el maravilloso valor de la dignidad humana. Necesité buscar ese valor para poder sobrevivir y ahora es ya lo mejor de mi mensaje.
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