La labor de cambio se va haciendo de una forma discreta pero irreversible. Es un cambio desde el amor, no desde la confrontación.
Todo cambio encuentra resistencias, y es normal que un cambio tan profundo como el que estamos viviendo también las encuentre.
Pero estamos aprendiendo ya a abordar esas resistencias de una manera adecuada. Empezando por nosotros mismos y por nuestras propias resistencias.
La clave está siempre en la comprensión y en la integración. No hemos de luchar con nuestras resistencias internas, ni tampoco con las resistencias que nos vienen de fuera.
Se trata, desde la calma, de apostar por ir transformándonos nosotros mismos y de ayudar a hacer ese cambio a aquellos que poco a poco lo van sintiendo y van sumándose a él. Respetando, desde luego, a aquellos que aún no creen en él o que aún lo temen, y dejando siempre la puerta abierta para que vengan cuando así lo sientan.
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