Cuando no hemos sanado determinados problemas que arrastramos de nuestra infancia, buscamos que desde el exterior se nos compense por lo vivido.
Vamos buscando en otros el amor, la atención o la aprobación que no tuvimos en ella. E intentamos manipular la realidad para que se ajuste a nuestras carencias.
Y el estar tan pendientes de aquello que busco fuera nos impide centrarnos en nosotros mismos, conocernos y aprender a atender nuestras necesidades.
Cuando no nos conocemos a nosotros mismos miramos y juzgamos la realidad desde esas necesidades no resueltas, nuestra mirada está demasiado condicionada por todo ello y no puede ser clara.
Para poder madurar, tener una vida más plena, con relaciones más auténticas y poder así desplegar nuestro potencial interior, es esencial en todo punto responsabilizarnos de lo que nos sucede y de nuestro propio proceso de sanación personal.
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