La vida de unos y de otros no es tan diferente como pudiéramos pensar. A todos nos pasan cosas más o menos similares.
La clave está más bien en el nivel de profundidad con el que lo vivimos, ahí sí que suele haber notables diferencias.
Podemos vivir completamente distraídos, sin cuestionarnos nada, de una forma muy superficial y sin que apenas se produzca aprendizaje o evolución.
O podemos comprender, a través de lo que vamos viviendo, y descubrir así la enorme riqueza que hay siempre detrás de lo aparentemente cotidiano.
Cada uno de nosotros decide el nivel de profundidad en que juega su vida. Y la profundidad en la comunicación que podemos establecer con otros está directamente relacionada, también, con el nivel que hayamos elegido.
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