A veces, nuestro miedo a la frustración y al desengaño nos lleva a querer conformarnos con lo mínimo. Y no nos damos cuenta de que tras eso, hay un profundo sentimiento de desmerecimiento.
Pensamos que no nos merecemos más, que es orgullo pretender otra cosa y que esas bajas perspectivas nos hacen más humildes.
Hemos de ir paso a paso en nuestro camino y con los pies en la tierra, pero con el sentimiento de que todo es posible y de que merecemos que así sea.
Muchas veces estamos tan acostumbrados a la dureza y a la escasez, que sentimos que la prosperidad o el que las cosas vayan bien, puede ser peligrosos para nosotros.
Hemos de trascender la imagen limitada y negativa que muchas veces tenemos de nosotros, para poder llegar a encontrarnos con la abundante y potente realidad que somos.
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