Venimos de un mundo de dominación masculina, de un patriarcado en el que lo femenino era reprimido y anulado.
Y eso ha hecho que las mujeres, para poder entrar en él, hayan tenido que aprender a asumir, sin complejos, su polaridad masculina, algo que les ha hecho más completas e independientes.
Es por eso que muchos hombres, ante ese cambio se han sentido desconcertados y perdidos. Porque estaban acostumbrados a la codependencia y a que, en muchos aspectos, la mujer dependiera del hombre.
A esos hombres les cuesta ver esto como una oportunidad maravillosa, la de sanar las relaciones para que sean más igualitarias y libres, no basadas en esa tóxica codependencia.
Pero eso pasa, ineludible y maravillosamente, porque los hombres seamos capaces, también, de asumir nuestra polaridad femenina. Sólo entonces dejaremos de estar perdidos y nos reencontraremos con nosotros mismos.
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