La paz interior nace de una sana aceptación de nuestra vida y de nosotros mismos.
Porque lo contrario de la aceptación es la lucha para que las cosas sean distintas de lo que son, la lucha por modificar una realidad que no nos gusta.
Aceptar no es conformarse ni estar cerrados a la posibilidad de que las cosas cambien, sino simplemente saber que lo que es, es.
Lo otro es intentar que la realidad externa se ajuste a las necesidades internas que no he sanado o resuelto, y eso es siempre una fuente de conflicto.
La auténtica transformación viene a partir de la aceptación de lo que es, fluyendo con ello, esa aceptación nos produce una paz interior que hace que todo a nuestro alrededor pueda verse auténticamente transformado.
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