Aceptar a los demás es reconocer que están donde están y aceptarnos es reconocer que estamos donde estamos.
Antes se usaba la no aceptación y el rechazo para intentar que la otra persona cambiara en el sentido que considerábamos más oportuno. Eso ya se ha acabado y no funciona.
Ahora han de aceptarnos tal como somos, pero eso implica que nosotros somos los responsables de decidir si queremos evolucionar o si queremos quedarnos atrapados en una personalidad limitada y poco evolucionada con la excusa de que: " yo es que soy así".
Nos han de aceptar como somos, pero eso no implica dejar de estar abiertos a cómo se nos ve desde fuera, porque eso también puede ser una excelente ayuda para crecer.
Es uno mismo el que ha de decidir qué aspectos de los que ven los de fuera como mejorables hemos de mejorar o no realmente y, en ese sentido, la humildad es algo que siempre resulta clave en nuestro proceso de crecimiento.
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