La serenidad interior tiene que ver con el equilibrio emocional, cuando conseguimos que las emociones no nos alteren demasiado.
Y, a su vez, el equilibrio emocional no es sino el fruto de una visión madura y centrada de la realidad.
Muchas personas arrastran de su infancia una visión distorsionada de la realidad que hace inevitable los desequilibrios emocionales.
Y mientras más nos obsesionemos por controlar la vida, que sea lo que queremos o que nos compense del pasado que tuvimos, más se acentúan esos desequilibrios.
Nos cuesta entender que la clave está, sencillamente, en fluir con aquello que nos va viniendo, desde una visión ponderada de las cosas que nos permita vivirlas desde la calma.
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