El apego y el respeto son bastante incompatibles, aunque pongamos voluntad en respetar.
Si yo considero a la otra persona imprescindible en mi vida, por pura supervivencia, intentaré controlarla de una u otra manera.
Si la considero imprescindible es porque hay algo que siento que estoy obteniendo de ella que es muy importante para mí, aunque sólo sea su cariño o su mera compañía.
Por tanto, el respeto a los demás va unido a nuestra propia madurez y autonomía. A más madurez, más autonomía y menos apego al otro.
Para que yo permita al otro ser libre con respecto a mí, yo he de serlo previamente con respecto a él. Y eso no implica que no pueda tener una relación estrecha con esa persona, mas bien al contrario, sólo en libertad la relación puede ser auténtica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario