Las relaciones tienen, desde mi punto de vista, un eje principal sobre el que deben pivotar y que no es otro que el del respeto.
Respeto a nosotros mismos y a lo que somos. En ese sentido, son relaciones sanas cuando nos permitimos mostrarnos en ellas tal y como somos, de una forma cómoda y natural.
Y respeto a los demás, que se produce cuando aceptamos también a los demás tal y como son, sin pretender que sean algo distinto.
Y eso exige delicadeza en las relaciones, aunque la realidad sea bien distinta y solamos ir por ellas muchas veces como un elefante en una cristalería: ni respetamos ni nos mostramos tal cual somos.
Venimos de unos planteamientos que no facilitaban ese respeto y se trata por ello de, paso a paso y con consciencia y voluntad, irlo haciendo presente y manifiesto en todas las relaciones de nuestra vida.
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