Cada momento tiene su importancia. Para un árbol frutal el momento de dar sus frutos no es más importante que el del descanso invernal, sin éste último no se daría el primero.
El resultado ha de ser la consecuencia natural de un trabajo bien realizado. Pero para realizar bien un trabajo es esencial centrarnos en lo que estamos haciendo y no en lo que esperamos obtener.
Lo que hagamos hemos de hacerlo por el sentido que para nosotros tiene llevarlo a cabo.
Cuando se está obsesionado por unos resultados concretos, la mayoría de las veces, lo que hacemos para llegar a ello se convierte en un mero trámite y pierde su sentido natural. Todo se suele convertir en un medio para lograr un fin, incluso las personas con las que nos relacionamos.
En esos casos no hay tanto un sentido profundo de la vida y de lo que llevamos a cabo como una simple planificación mental, un intento de que la realidad se ajuste a nuestros particulares deseos.
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