Juzgamos la realidad y decidimos que hay aspectos que no son aceptables, aspectos que rechazamos.
Nos permitimos decir que la vida es injusta, dura, incorrecta y que no tiene el menor sentido.
No entendemos que somos nosotros los que, precisamente, al juzgar la vida ignoramos todo su sentido. Empeñados en imponer "nuestro sentido" no nos paramos a contemplar, a entender. Empeñados en "nuestro orden", lo real nos parece desordenado.
Empeñados en rechazar aspectos esenciales de la vida, no entendemos que eso es como si a un puzzle de 1000 piezas, le quitásemos 750 y no nos gustase el resultado y no viéramos el dibujo.
Para comprender la realidad hay que estar dispuesto a aceptarla tal cual es, desde la humildad de aquel que aún tiene mucho por descubrir.