Hay quien piensa que las actitudes conciliadoras son una muestra de debilidad, o que el aceptar e intentar comprender lo que el otro siente y piensa son una muestra de falta de compromiso claro con lo propio.
Hay quien piensa que el amor también es debilidad y que es una muestra de un simple buenismo que ignora y niega la realidad del ser humano.
Pero en realidad es más bien al contrario, el odio o la agresividad son muestras de debilidad, muestras de nuestra falta de confianza en nosotros mismos y de nuestro miedo a los otros, a aquellos que consideramos diferentes.
La comprensión y la aceptación del otro no significa en ningún momento que no seamos firmes en la defensa de nuestra posición o de nuestro criterio, pero lo hacemos desde la claridad de que el otro tienen tanto derecho a su posición como nosotros a la nuestra.
Porque, pese a todo lo que nos quieran hacer creer, nada hay más fuerte que el amor, y cuando éste no se manifiesta con claridad en nosotros es, simplemente, porque aún nos movemos en el miedo.
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