Sanamos la relación con una persona, o resolvemos con ella, cuando dejamos de sentir dolor o rencor por cómo actuó con nosotros y la aceptamos tal cual es. Esto es algo tremendamente necesario en nuestra vida.
A veces, esto sólo puede venir después de un tiempo de separación en el que nos lamemos nuestras heridas y reconectamos con nuestra propia energía y superamos el dolor.
Y para sanar es muy aconsejable dejar de tomarnos lo que pasó como algo personal, y verlo ya como algo que simplemente pasó, y que por tanto es pasado.
Cuando resolvemos podemos ver ya a esa persona sin que nos duela y hablar con ella con normalidad. Puede que el otro no haya resuelto con nosotros y, en ese caso, simplemente hemos de respetarlo en el punto en que se encuentra y respetar también su distancia.
Resolver no implica tanto volver a retomar la misma relación que se tenía, como reconocer y aceptar con naturalidad los puntos en que cada uno se encuentra, muchas veces ya en caminos muy diferentes.
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