lunes, 26 de agosto de 2019

SANAR EL PASADO.



Sanamos el pasado cuando somos capaces de contemplarlo tal como fue y sin que nos suscite demasiada emoción el recordarlo.

Una vez más la clave es la aceptación. Comprender que lo que pasó, pasó, y que de nada sirve desear que no hubiera sido así o pensar que tendría que haber sido de otra forma.

Se trata de ver y comprender qué es lo que aprendimos de aquella situación, de comprender también el por qué nos dolió tanto. 

Muchas veces, para poder aceptar lo que sucedió hay que permitir que el dolor atrapado que esa situación nos produjo y que no pudo manifestarse en su momento, salga a la luz, que sintamos y manifestemos ese dolor. Pero sólo para ser reconocido, nunca para realimentarlo.

Enterrar el pasado no sirve de nada, lo que hay que hacer es darle luz y contemplarlo sin ira y sin culpa, sin dolor, entendiendo también que el perdón tiene que ver mucho con eso.

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