Muchas veces no nos sentimos valorados por alguien y eso nos duele.
En primer lugar hemos de evaluar si la falta de valoración del otro hacia mí se basa en que no me dice y reconoce lo que valgo o si es su comportamiento, falto de respeto, el que refleja esa falta de valoración.
En el caso de que sea el que no reconozca explícitamente mi valor, he de ver si soy yo el que tengo la necesidad de que me reconozcan y valoren porque no me sentí valorado en mi infancia. Sería una muestra de nuestra propia desvalorización.
Y en el caso de que la falta de valoración venga porque el otro no me trata con respeto, el problema sigue estando en mí, ¿Por qué estoy en una relación en la que no se me respeta? Lo que revela eso es que no nos respetamos a nosotros mismos.
Podemos culpar al otro de que no nos valore y de que no nos respete, pero lo que realmente nos suele doler es nuestra propia falta de valoración y respeto para con nosotros mismos. Y es por ahí por dónde nos convendría empezar.
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