Hoy en día la vida va tan rápida que de alguna manera nos obliga, lo queramos o no, a vivir centrados en el presente.
Antes se vivía mas centrados en los proyectos y en el futuro, en aquello que se esperaba vivir. De alguna forma, el presente era casi siempre un mero trámite para llegar a ese futuro imaginado.
Y era un futuro que se diseñaba desde un rígido modelo de vida que nos venía del pasado y que por tanto era bastante predecible. Los cambios eran pocos y muy asumibles.
Ese modelo de vida va desapareciendo y los cambios se han acelerado notablemente. Eso hace del futuro algo completamente impredecible, lo que nos obliga a vivir centrados en este presente y en lo que en él va sucediendo.
Es un momento en el que, en todos los aspectos de la vida y de la sociedad, sólo caben ya dos posibilidades: o intentar repetir las fórmulas del modelo pasado, algo que está condenado de antemano al fracaso, o somos capaces de conectar con una forma mucho más creativa de abordar la existencia que nos abra nuevas posibilidades.
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