La expresión de las emociones, el decir cómo nos encontramos y cómo nos sentimos puede ser muy importante y positivo para sentirnos mejor y recuperar nuestro equilibrio.
Pero eso es algo muy distinto a la expresión de la queja. La queja suele ser un estado emocional victimista que no nos ayuda nada y que nos lleva a permanecer atascados en un estado de negatividad.
Porque hay quienes hablan de sus emociones como parte de su proceso de superación y sanación, y quienes hablan de ellas simplemente para justificar argumentalmente su malestar, sin intención alguna de solucionarlo.
Cuando nos sentimos víctimas de nuestros problemas, estamos en el victimismo. Cuando nos responsabilizamos de verlos y de trabajar para solucionarlos, estamos en el empoderamiento.
Y cuando otros nos hablan de sus problemas, hemos de ver desde que punto lo hacen ya que el victimismo de los demás tiende a agotarnos energéticamente puesto que, inconscientemente, es una demanda infantil para que carguemos, desde fuera, con parte de sus problemas.
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