sábado, 17 de agosto de 2019

PRESOS DE LA FANTASÍA.



Solemos construirnos en nuestra infancia, muchas veces para sobrevivir, una visión irreal de la vida en la que los demás son simples personajes que interpretan la imagen que de ellos tenemos.

Mientras más irreal sea nuestra fantasía, más nos hará sufrir aunque, paradójicamente, construyamos esa fantasía como una forma de evitar el dolor, de huir de él.

Somos presos en esa fantasía y nuestra única libertad es la de elegir permanecer en ella o empezar a trascenderla. 

Y si elegimos mantenerla, hemos de saber que en algún momento tendremos que salir de ahí, porque nuestro destino no es otro que la propia realidad. Por tanto, lo único que podemos hacer y elegir es posponerla pero nunca evitarla.

Porque no hay otra salida del laberinto humano que la de aceptar y asumir la realidad de la vida, de los demás y de nosotros mismos. Porque la felicidad sólo es posible si se basa en lo real, en aquello que es.

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